SOBRE BORMANUS - ECOS DO PASSADO SAGRADO QUE NUNCA MORRE E É INTEMPORAL
Do site
http://www.soriaymas.com/ver.asp?tipo=articulo&id=615
apresenta-se o seguinte texto sobre uma Divindade indo-europeia, comum a vários povos ocidentais da Hispânia, presente também na Gália e de cujo culto há diversos testemunhos (epigráficos) em Portugal:
En la celtíbero-romana Uxama seguían rindiendo culto a divinidades de
clara raíz celta, como es Bormanicus. De esta divinidad y su
funcionalidad iniciática para los guerreros hablamos.
De nuestra obra turístico-mágica GUÍA INSÓLITA DE UXAMA Y OSMA.
DIOSES Y HOMBRES, PIEDRA Y AGUA
Un uxamense, o cuando menos hijo de uxamense, dedicó un ara a
Bormanicus. Se trata de un bloque de granito encontrado entre 1787 y
1792 en el lugar de Lameira (Caldas de Vizella) hoy en el Museo
Martins Sarmento de Guimarães (Portugal), en cuyo texto bastante
deteriorado en la actualidad se da la lectura: C(aius) Pompeius | Gal
(eria tribu) Caturo|nis f(ilius) Me|ugenus Ux|samensis | Deo
Borma|nico v(otum) s(olvit) m(erito libens) | quisquis ho|norem
agi|tas ita te tua | gloria servet | praecipias | puero ne | linat
hunc | lapidem (las últimas líneas reflejan la petición de que se
intente que los niños no embadurnen su lápida). En la misma Caldas de
Vizella, en el “Baño del Médico” se encontró en 1841 otra ara de granito dedicada también a Bormanicus por el indígena Medamus, hijo de Camalus.
El dedicante porta un cognomen cuya lectura es problemática: para
unos es Motegenus, otros leen Medugenus, y García Merino dice que
Rectúgenes. Se trata de un ciudadano romano de primera generación (el
antropónimo indígena de su padre, Caturo, es evidente) originario de
Uxama Argaela, que se encuentra a casi 450 km. en línea recta de
Caldas de Vizella.
A este respecto, Díez de Velasco destaca lo suguiente: «El dedicante comienza por encabezar la inscripción relegando la divinidad al
segundo puesto. Se trata de un «alienus», un uxamense que insiste en
exponer sus «tria nomina» (con mención de tribu y origo) como
garantía de romanidad, solamente desentona el nombre de su padre,
Caturo que indica que el dedicante es el primer ciudadano romano de
su familia. En un alarde de «parvenu» termina el texto epigráfico con
un poema (que recogió Bücheler) cuya corrección formal desentona con
la incongruencia (y futilidad) del significado. Dos grados de
romanización (casi ejemplares) permiten ilustrar el fenómeno de la
mutación religiosa: la aceptación plena de la latinización por parte
del uxamense todavía no llevaba emparejada la renuncia al dios
indígena, el siguiente paso hubiera sido quizás optar por las Ninfas,
y el definitivo pasar a invocar a divinidades plenamente romanas de
cometidos generales como Apolo o Minerva.
La característica más destacada de Bormanicus es su cualidad de
divinidad indígena cuyo ámbito de testificación supera la Península
Ibérica. Dedicatorias hay en Francia a Bormanus-Bormana, Borbanus,
Bormo, Borvo... en balnearios y fuentes de aguas termales, aunque no
siempre, por lo que algunos sospechan que está relacionado además con
la curación, en general. Ahora bien, no se han encontrado aún más
dedicatorias al teónimo Bormanicus que estas dos de Caldas de Vizella.
El recurso a la etimología podría resultar de gran utilidad si fuera
concluyente, pero este tipo de estudios suelen ofrecer vías demasiado
diferentes, habiendo propuesto algunos para el teónimo un origen
céltico (en relación con una hipotética raíz indoeuropea «bher»
(hervir, borbotear) y otros uno ligur (aunque se trata de un tema que
parece algo olvidado por la investigación de los últimos lustros). En
resumen no hay unanimidad sobre el substrato lingüístico-cultural
común a peninsulares y galos en este punto (véase la minuciosa
exposición de Guyonvarch).
La toponimia, analizada con detalle por Menéndez Pidal, concentra
referencias formadas con la raíz «Borm-Borv» en toda la parte
occidental de la Península Ibérica, en las Galias e incluso en
Iliria. A estas últimas localizaciones orientales habría que añadir
el personaje mitológico Bormo (Bôrmos) de los mariandinos de Asia
Menor, relacionado con las Ninfas y con las fuentes y que ya Sarmento
(1884) estudió con detalle. Se testifica por tanto una dispersión
notable en los testimonios que, a la par que ilustra la complejidad y
dificultad de desentrañar las raíces y orígenes del dios, desvela la
fragilidad de nuestras fuentes”, reconoce Díez De Velasco.
Este profesor señala igualmente lo siguiente: “Le Roux en sus
trabajos sobre el Apolo celta y galo (del que Borvo resultaría un
epíteto; véase también recientemente y según presupuestos diferentes
Hatt) defiende la caracterización del dios en el marco trifuncional
dumeziliano y su comparación con el Diancecht irlandés (el argumento
lo recogen y estudian también García Fernández-Albalat o Marco). El
mayor problema para defender esquemas teológicos complejos de este
tipo radica en la generalmente aceptada inexistencia de un sacerdocio
jerarquizado y organizado en la Península Ibérica celtizada e
indoeuropeizada (aunque destacan recientes trabajos, por ejemplo de;
García Quintela o Sopeña que apuntan en otra dirección).
Bormánicus, Borbo y teónimos galos similares invocados junto a
balnearios podrían sustentar un trasfondo iniciático para los
guerreros, que autores como Díez de Velasco han puesto de
relieve: “En Caldas de Vizella también las aguas hipertermales
(algunos manantiales surgen a 65º) pudieron emplearse para esa prueba
de extrema resistencia que resulta característica en muy numerosas
ceremonias iniciáticas. Además en un contexto iniciático en el que el
simbolismo que sustenta el ritual suele ser ingrediente explicativo
de primer orden, el agua termal presentaba una potencia significativa
extraordinaria. Es un agua inframundana y por tanto mucho más
poderosamente probatoria si lo que se trata por parte del iniciando
es de afrontar la terrible experiencia de la aniquilación
transformadora en la que muerte y vida rasgan sus límites y de la que
surge un nuevo individuo capaz de enfrentar una agonía convertida en
moneda habitual (en la ética del guerrero) por no ser más que
remembranza de la experiencia de la muerte enfrentada en la
iniciación. La muerte del guerrero céltico, como se desprende del
análisis que Marco realiza de las diademas de Mones, se imagina como
un tránsito acuático, en una renovación ya definitiva de la
iniciación pero quizás también de ese otro camino de inicio que es el
del nacer (de ahí la relación que apunta van Gennep
entre «nascituros» y manantiales). El ciclo de la vida se resume y
simboliza por tanto en el agua y la termal, agua con potencialidades
multiplicadas, se convierte en ingrediente en la estructuración de la
sociedad (y el imaginario social) en la zona galaico-lusitana de un
modo que deja bien corta a la función terapéutica”.
Los romanos, según Díez de Velasco, intentarían convertir en mera
funcionalidad salutífera el simbolismo antropogénico, iniciático y
escatológico del agua, a fin de que el dios que estructuraba la
sociedad ofreciendo un modelo explicativo del papel fundamental de
los grupos guerreros (y su estatus característico cuya adquisición
ordálica propiciaba la ceremonia probatoria) quedaba enlazado y
reducido al mero manantial;. La aculturación, la romanización (que
impondría el culto a las ninfas, por ejemplo), y posteriormente el
cristianismo, acabarían finalmente con esta sacralidad de las aguas.
En lo que respecta al entorno de Uxama, manantiales de aguas termales
los hay en Fuencaliente del Burgo (al lado de una ermita
dedicada,¡como no podía ser menos!, a la Virgen de los Remedios) y en
Vildé; en «Fuentes Grandes» de Gormaz cuyo topónimo derivado, como
hemos comentado en la página 11, del radical «Born-Borm» (que persiste en la ceca celtíbera Bormeskom) es ligur para unos e
indoeuropeo para otros, el agua mana burbujeante aunque no termal
actualmente (García Merino sugiere la posibilidad que «Fuentes
Grandes»; fuese un enclave sagrado). Es probable que en todos estos
lugares, que están dentro del radio de acción uxamense, se rindiera
culto a divinidades acuáticas vinculadas a la curación.
Igualmente, nos parece más que evidente, vincular con Bormanicus-
Borbo; a una población acogida hospitalariamente por los uxamentes,
llamada Borbodorum-Bormodurum, Borbotureika; en la palabra ibérica
de la tésera del jabato de Uxama), situado junto al Duero en un lugar
por ahora desconocido (¿Gormaz?).
http://www.soriaymas.com/ver.asp?tipo=articulo&id=615
apresenta-se o seguinte texto sobre uma Divindade indo-europeia, comum a vários povos ocidentais da Hispânia, presente também na Gália e de cujo culto há diversos testemunhos (epigráficos) em Portugal:
En la celtíbero-romana Uxama seguían rindiendo culto a divinidades de
clara raíz celta, como es Bormanicus. De esta divinidad y su
funcionalidad iniciática para los guerreros hablamos.
De nuestra obra turístico-mágica GUÍA INSÓLITA DE UXAMA Y OSMA.
DIOSES Y HOMBRES, PIEDRA Y AGUA
Un uxamense, o cuando menos hijo de uxamense, dedicó un ara a
Bormanicus. Se trata de un bloque de granito encontrado entre 1787 y
1792 en el lugar de Lameira (Caldas de Vizella) hoy en el Museo
Martins Sarmento de Guimarães (Portugal), en cuyo texto bastante
deteriorado en la actualidad se da la lectura: C(aius) Pompeius | Gal
(eria tribu) Caturo|nis f(ilius) Me|ugenus Ux|samensis | Deo
Borma|nico v(otum) s(olvit) m(erito libens) | quisquis ho|norem
agi|tas ita te tua | gloria servet | praecipias | puero ne | linat
hunc | lapidem (las últimas líneas reflejan la petición de que se
intente que los niños no embadurnen su lápida). En la misma Caldas de
Vizella, en el “Baño del Médico” se encontró en 1841 otra ara de granito dedicada también a Bormanicus por el indígena Medamus, hijo de Camalus.
El dedicante porta un cognomen cuya lectura es problemática: para
unos es Motegenus, otros leen Medugenus, y García Merino dice que
Rectúgenes. Se trata de un ciudadano romano de primera generación (el
antropónimo indígena de su padre, Caturo, es evidente) originario de
Uxama Argaela, que se encuentra a casi 450 km. en línea recta de
Caldas de Vizella.
A este respecto, Díez de Velasco destaca lo suguiente: «El dedicante comienza por encabezar la inscripción relegando la divinidad al
segundo puesto. Se trata de un «alienus», un uxamense que insiste en
exponer sus «tria nomina» (con mención de tribu y origo) como
garantía de romanidad, solamente desentona el nombre de su padre,
Caturo que indica que el dedicante es el primer ciudadano romano de
su familia. En un alarde de «parvenu» termina el texto epigráfico con
un poema (que recogió Bücheler) cuya corrección formal desentona con
la incongruencia (y futilidad) del significado. Dos grados de
romanización (casi ejemplares) permiten ilustrar el fenómeno de la
mutación religiosa: la aceptación plena de la latinización por parte
del uxamense todavía no llevaba emparejada la renuncia al dios
indígena, el siguiente paso hubiera sido quizás optar por las Ninfas,
y el definitivo pasar a invocar a divinidades plenamente romanas de
cometidos generales como Apolo o Minerva.
La característica más destacada de Bormanicus es su cualidad de
divinidad indígena cuyo ámbito de testificación supera la Península
Ibérica. Dedicatorias hay en Francia a Bormanus-Bormana, Borbanus,
Bormo, Borvo... en balnearios y fuentes de aguas termales, aunque no
siempre, por lo que algunos sospechan que está relacionado además con
la curación, en general. Ahora bien, no se han encontrado aún más
dedicatorias al teónimo Bormanicus que estas dos de Caldas de Vizella.
El recurso a la etimología podría resultar de gran utilidad si fuera
concluyente, pero este tipo de estudios suelen ofrecer vías demasiado
diferentes, habiendo propuesto algunos para el teónimo un origen
céltico (en relación con una hipotética raíz indoeuropea «bher»
(hervir, borbotear) y otros uno ligur (aunque se trata de un tema que
parece algo olvidado por la investigación de los últimos lustros). En
resumen no hay unanimidad sobre el substrato lingüístico-cultural
común a peninsulares y galos en este punto (véase la minuciosa
exposición de Guyonvarch).
La toponimia, analizada con detalle por Menéndez Pidal, concentra
referencias formadas con la raíz «Borm-Borv» en toda la parte
occidental de la Península Ibérica, en las Galias e incluso en
Iliria. A estas últimas localizaciones orientales habría que añadir
el personaje mitológico Bormo (Bôrmos) de los mariandinos de Asia
Menor, relacionado con las Ninfas y con las fuentes y que ya Sarmento
(1884) estudió con detalle. Se testifica por tanto una dispersión
notable en los testimonios que, a la par que ilustra la complejidad y
dificultad de desentrañar las raíces y orígenes del dios, desvela la
fragilidad de nuestras fuentes”, reconoce Díez De Velasco.
Este profesor señala igualmente lo siguiente: “Le Roux en sus
trabajos sobre el Apolo celta y galo (del que Borvo resultaría un
epíteto; véase también recientemente y según presupuestos diferentes
Hatt) defiende la caracterización del dios en el marco trifuncional
dumeziliano y su comparación con el Diancecht irlandés (el argumento
lo recogen y estudian también García Fernández-Albalat o Marco). El
mayor problema para defender esquemas teológicos complejos de este
tipo radica en la generalmente aceptada inexistencia de un sacerdocio
jerarquizado y organizado en la Península Ibérica celtizada e
indoeuropeizada (aunque destacan recientes trabajos, por ejemplo de;
García Quintela o Sopeña que apuntan en otra dirección).
Bormánicus, Borbo y teónimos galos similares invocados junto a
balnearios podrían sustentar un trasfondo iniciático para los
guerreros, que autores como Díez de Velasco han puesto de
relieve: “En Caldas de Vizella también las aguas hipertermales
(algunos manantiales surgen a 65º) pudieron emplearse para esa prueba
de extrema resistencia que resulta característica en muy numerosas
ceremonias iniciáticas. Además en un contexto iniciático en el que el
simbolismo que sustenta el ritual suele ser ingrediente explicativo
de primer orden, el agua termal presentaba una potencia significativa
extraordinaria. Es un agua inframundana y por tanto mucho más
poderosamente probatoria si lo que se trata por parte del iniciando
es de afrontar la terrible experiencia de la aniquilación
transformadora en la que muerte y vida rasgan sus límites y de la que
surge un nuevo individuo capaz de enfrentar una agonía convertida en
moneda habitual (en la ética del guerrero) por no ser más que
remembranza de la experiencia de la muerte enfrentada en la
iniciación. La muerte del guerrero céltico, como se desprende del
análisis que Marco realiza de las diademas de Mones, se imagina como
un tránsito acuático, en una renovación ya definitiva de la
iniciación pero quizás también de ese otro camino de inicio que es el
del nacer (de ahí la relación que apunta van Gennep
entre «nascituros» y manantiales). El ciclo de la vida se resume y
simboliza por tanto en el agua y la termal, agua con potencialidades
multiplicadas, se convierte en ingrediente en la estructuración de la
sociedad (y el imaginario social) en la zona galaico-lusitana de un
modo que deja bien corta a la función terapéutica”.
Los romanos, según Díez de Velasco, intentarían convertir en mera
funcionalidad salutífera el simbolismo antropogénico, iniciático y
escatológico del agua, a fin de que el dios que estructuraba la
sociedad ofreciendo un modelo explicativo del papel fundamental de
los grupos guerreros (y su estatus característico cuya adquisición
ordálica propiciaba la ceremonia probatoria) quedaba enlazado y
reducido al mero manantial;. La aculturación, la romanización (que
impondría el culto a las ninfas, por ejemplo), y posteriormente el
cristianismo, acabarían finalmente con esta sacralidad de las aguas.
En lo que respecta al entorno de Uxama, manantiales de aguas termales
los hay en Fuencaliente del Burgo (al lado de una ermita
dedicada,¡como no podía ser menos!, a la Virgen de los Remedios) y en
Vildé; en «Fuentes Grandes» de Gormaz cuyo topónimo derivado, como
hemos comentado en la página 11, del radical «Born-Borm» (que persiste en la ceca celtíbera Bormeskom) es ligur para unos e
indoeuropeo para otros, el agua mana burbujeante aunque no termal
actualmente (García Merino sugiere la posibilidad que «Fuentes
Grandes»; fuese un enclave sagrado). Es probable que en todos estos
lugares, que están dentro del radio de acción uxamense, se rindiera
culto a divinidades acuáticas vinculadas a la curación.
Igualmente, nos parece más que evidente, vincular con Bormanicus-
Borbo; a una población acogida hospitalariamente por los uxamentes,
llamada Borbodorum-Bormodurum, Borbotureika; en la palabra ibérica
de la tésera del jabato de Uxama), situado junto al Duero en un lugar
por ahora desconocido (¿Gormaz?).
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