quarta-feira, janeiro 09, 2013

NO PAÍS IRMÃO - MUÇULMANOS CONSEGUEM OBRIGAR CAFÉ A MUDAR A SUA DECORAÇÃO...

(...)
Según informa el Diario de Rioja, el ‘Babel’, local hostelero ubicado en avenida de Portugal, afrontará estos días la renovación del gran mural situado frente a la barra después de que sus propietarios hayan llegado a un acuerdo con miembros de una de las comunidades musulmanas presentes en Logroño para hacer desaparecer una frase relativa al Corán escrita en árabe que desde hace aproximadamente un año ha venido provocando la reacción airada de parte del colectivo al sentirse ofendidos por su presencia en un establecimiento donde se sirven bebidas alcohólicas y para más inri a ras de suelo.
El ‘Babel’ reabría sus puertas en agosto del 2010 después de que sus propietarios optasen por omitir lo de ‘Torre de…’ de su nombre. Eso sí, tanto Oliver como su socio, tuvieron claro desde el principio que la decoración debía tener como ‘leitmotiv’ reminiscencias a la exótica leyenda: unos jeroglíficos egipcios por aquí, unos signos cirílicos por allá… y una leyenda árabe justo más abajo. Todo según las plantillas prediseñadas que una empresa de Pamplona les iba presentando a los jóvenes hosteleros y a los que ellos, de buena fe y de manera totalmente aleatoria y casual, fueron dando el visto bueno.
El resultado final no sólo dejó satisfechos a sus propietarios, sino a la clientela a tenor de su respuesta… «hasta que pasó lo inimaginable». «Un buen día un ciudadano musulmán entró por la puerta entre gritos e insultos diciéndome que si conocía el significado de la leyenda –‘Alá es grande’ o ‘el más grande’, según creyó entender– y recriminándome que estuviese ahí», cuenta Oliver, quien no daba crédito ni quiso darle importancia. Sin embargo, lejos de quedar en anécdota, visitas en el mismo tono poco amistoso se fueron sucediendo hasta culminar con varios agentes de la Policía poniendo en conocimiento del hostelero un intento de denuncia en Comisaría. «Me informaron de que alguien había acudido a quejarse, aclarándome que era libre de quitarlo o no, pero…», prosigue Oliver, quien prefiere callar acogiéndose a la máxima de que a buen entendedor…
Sea como fuere, el caso es que hace aproximadamente seis meses se presentó alguien identificándose como representante de una comunidad musulmana en pro de buscar una solución; una solución que pasa obligatoriamente por la eliminación de la inscripción cuyo coste será asumido por la propia comunidad. De hecho, ya han adelantado la mitad de la factura (de un total de 1.800 euros).
«Desde el primer momento les dejé claro que no pensaba gastarme ni un euro y ellos no me pusieron pega alguna. Además, para facilitarles la tarea, me puse en contacto con la empresa de Pamplona encargada del diseño, pero comprobado que nadie respondía al teléfono (Oliver cree que ha cerrado), les remití a dos empresas conocidas que podrían hacerlo… No había pasado una semana cuando el representante de la comunidad (Fernández asegura desconocer de quiénes se trata y los intentos de este diario también han resultado infructuosos) venía con responsables de una de ellas y, tras explicarle el trabajo, aceptaron el presupuesto», explica.
Según fuentes consultadas por el citado medio, la traducción literal de la frase sería ‘Alá el todopoderoso acierta’ –‘Cierta es la palabra de Alá todopoderoso’ o ‘Alá es poderoso y dice la verdad’, dependiendo de la versión–, una fórmula oracional que se dice tras la lectura del Corán o de algún verso del libro sagrado del Islam similar al ‘Palabra de Dios’ del Catolicismo.
Oliver, quien desconocía en todo momento que pudiese tener significado alguno y menos aún que le ocasionaría tantos quebraderos de cabeza, asegura que no hay día en el que no entre algún musulmán «echándome en cara las dichosas letritas» incluso, los menos, «lanzando escupitajos a los cristales de la entrada». Ha habido hasta quien ha convertido el escaparate del Babel en lugar de rezo improvisado ‘tasbith’ (viene a ser el ‘rosario’ musulmán) incluido. «Durante varios días acudió uno que, de rodillas, oraba y oraba» ajeno a polémicas.
El joven, además, recuerda cómo en cierta ocasión una de las visitas le informaba de que hace ahora dos años una discoteca murciana se veía obligada a cambiar de nombre (La Meca) ante las presiones de la comunidad islámica más radical. Oliver, quien sitúa su caso en la categoría de la mera anécdota, confía en que todo llegue a su fin en breve y, pese a haber sido motivo de las iras del colectivo (las menos) y de las chanzas de clientela y conocidos (las más), espera que todo quede en un malentendido.
«Si lo llego a saber pongo otro nombre al bar y elijo otra decoración…», bromea mientras precisa que los problemas comienzan después de cada verano, pues «habitualmente cuando hay terraza en la calle cambiamos de sitio la máquina expendedora de tabaco reubicándola, de la misma manera aleatoria y casual, justo en el lugar de la inscripción».
 
Vá lá que desta vez a coisa orientou-se no sentido de se suprimir um elemento muçulmano da vista diária... podia ter dado para pior.